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La Noche Oscura del Alma.

Actualizado: 3 sept 2020

“Debe haber algo de caos en uno mismo, para dar nacimiento a una estrella danzante”. Friedrich Nietzsche

“El Bote”, por Odilon Redon.

Silencio absoluto. El camino que tejemos con nuestro trabajo diario parece haberse borrado, parece haberse hundido bajo las arenas del tiempo y la memoria. Sentimos que algo falta y nos cuesta explicar qué es. Entramos al templo y esa sensación casi eléctrica que aparece al llamar y vibrar los Nombres de Poder está ausente. El incienso llena el lugar pero carece de ese movimiento hipnótico que nos envuelve cuando nos disponemos a recibir la presencia de la “Divinidad” y la música de fondo se oye distante. Los portales de los puntos cardinales se abren pero nadie entra y nuestro altar se ve solitario en la mitad de la noche. Al día siguiente, sucede lo mismo; nuestras meditaciones y rituales se sienten vacíos. Con el paso del tiempo empiezan a surgir dudas y preguntas y la Magia desaparece. No es algo de un par de días, se aproxima una larga temporada. Es en ese instante cuando nos damos cuenta que estamos transitando lo que los místicos llaman “La Noche Oscura del Alma”.


Es fácil rastrear en las diferentes tradiciones espirituales, que todo buscador sincero y comprometido, pasa una o varias veces en su vida por este periodo árido de devastación personal. Las palabras del gran místico Sufi, Ibn Abbad Al-Rundi (las recomiendo ampliamente), el poema de San Juan de la Cruz que lleva el mismo título de este texto e incluso el escritor de la “Generación Perdida” Francis Scott Fitzgerald en su colección de ensayos “The Crack-Up”, nos hablan de manera poética sobre este estado.

Entrar en esta oscuridad nos lleva inevitablemente a cuestionarnos y esta es la razón por la cual nos “llevamos” a ese desierto. Hay que detenernos a pensar. Muchas veces lo que al comienzo veíamos como atrayente y trascendental, se vuelve una rutina monótona. Nuestra relación con la “divinidad”, es algo que se debe cultivar como cualquier otra relación, es algo a lo que se le debe prestar atención todo el tiempo. Se construye y destruye para dar paso a la transformación y al crecimiento.


Pero no solo la monotonía puede ser la causa de esa sequía agobiante. Esforzarnos demasiado también llega a ser contraproducente, nos puede llevar a agotar nuestras reservas de energía, a olvidar por qué hacemos lo que hacemos. Es muy probable que nuestro Guía Interno esté diciéndonos que vamos por el camino incorrecto y en este caso es necesario prestar atención. Hay una infinidad de razones para sentirnos desconectados y por eso es importante aprovechar ese momento de silencio tratando de identificar lo que sucede. El descanso en el trabajo espiritual también es necesario.

Fotografía que pertenece a la serie “Cuarentena”. Les recomiendo verla completa en el Instagram de @melaisavs https://instagram.com/melaisavs?igshid=n5cbif9t7l4a

El desierto, la caverna, la tormenta, son imágenes simbólicas que nos sirven bastante para afrontar este difícil momento. En su soledad descubrimos nuestra propia compañía, su grandeza nos lleva a escuchar nuestra voz propia y su fuerza nos hace sentirnos pequeños. De esta manera con humildad, reconocemos que somos parte del Todo y que es con Él, con quien buscamos unirnos de nuevo para dejar la ilusión de nuestra separación transitoria. Es así que comprendemos que la oscuridad se presenta ante nosotros como una bendición disfrazada, es así que la esterilidad se transforma en tierra fértil para emplazar los cimientos de nuestro siguiente giro evolutivo y con ello una nueva forma de conectarnos con lo “Divino”.


Después de la noche oscura del Alma, ingreso de nuevo a mi templo en el sótano de mi casa y en presencia de las fuerzas del Universo, me hago uno con ellas, mi corazón se enciende en llamas, mi espíritu se funde con el espíritu de los Dioses y vuelvo a ser el mismo, pero diferente.


En L.V.X, Vida y Amor

F.V.T

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