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El Silencio.

Actualizado: 30 jul 2020

"La inspiración que buscas ya está dentro tuyo. Haz silencio y escucha." - Rumi

"El Silencio", escultura del escultor francés del periodo Romántico, Antoine-Augustin Préault.


 

Pocas veces nos detenemos a pensar en la importancia del silencio, pues todo el tiempo estamos rodeados de una corriente sonora que nos afecta de diferentes maneras. El sonido puede llegar a ser estresante o puede calmarnos, puede traernos recuerdos de tiempos pasados o quitarnos el sueño y aunque jamás será total, cuando logramos encontrar la calma así sea por un breve momento, comenzamos a percibir nuestro "mundo interior". Pensamientos, emociones e imágenes que están enmascaradas por el mundanal ruido pasando desapercibidas casi siempre y que resultan ser el fundamento de todo lo que verdaderamente somos. De aquí que en la búsqueda de nuestro verdadero Ser y de nuestro propósito de vida sea tan importante buscar momentos de silencio para escuchar nuestra voz interna, y acceder a la profundidad del alma.


Pero justo cuando encontramos el momento oportuno para desconectarnos de la influencia externa, una nueva tormenta aparece. El flujo interno que no escuchábamos antes toma su lugar. Nuestra cabeza nos habla sin parar y seguimos enganchados a nuestras experiencias cotidianas, a nuestros logros y pérdidas, a nuestro trabajo, a nuestras relaciones, que si bien son parte de nuestra vida, al presentarse de manera desordenada e insistente, se vuelven igual de molestas al ruido del mundo exterior. Es aquí en este punto, donde se hace evidente la necesidad de alguna herramienta para apaciguar y ordenar este torrente incansable.


Existe un sinnúmero de opciones para canalizar y aprender de toda esa energía dispersa. Tenemos la música, la danza, la pintura, la literatura, el cine, el teatro, la contemplación de la naturaleza, el ejercicio, etc. Podría escribir una lista interminable, pero pareciera que entre más larga, menos aprovechamos su existencia. La sociedad parece habernos anestesiado y lo que debería ser una herramienta, se ha vuelto un escape, un escape de nosotros mismos. Pero ¿qué tal si en vez de escapar, decidimos recurrir al silencio para aprender y descubrir quienes somos verdaderamente?


Ilustración de Alex Grey
Ilustración de Alex Grey.

Mucho se ha dicho sobre la meditación, pero básicamente es una técnica que nos permite por medio de una posición tranquila y una respiración enfocada, relajarnos e ingresar a un estado de atención diferente al habitual, un estado donde nos vemos a nosotros mismos desde una óptica diferente. Por un momento no observamos el exterior, nos observamos a nosotros mismos. Al comienzo mientras lidiamos con el cuerpo y la respiración, se nos hace un proceso largo e incómodo, pero a medida que vamos avanzando decididos, las recompensas empiezan a aparecer. Por un lado nuestro cuerpo empieza a sentir ciertos beneficios que son efecto secundario de nuestra disciplina. Respiramos mejor, dormimos mejor, tenemos una sensación de enfoque y claridad mental. Esto es algo difícil de explicar con palabras pues muchas veces, solo quien ha practicado con esta herramienta lo podría describir. Hasta aquí esto sería una razón suficiente para considerar meditar. Una vez pasamos este punto, se abre el velo y se logra el acceso a todo aquello que olvidamos ser por estar más conectados con el exterior. Empezamos a escuchar nuestra voz propia y a encontrar nuestro verdadero propósito en la vida. Encontramos que por el contrario a lo que nos quiere mostrar la muy de moda Nueva Era, donde se nos pinta que la meta final es la felicidad, estamos llenos de luz, pero también de oscuridad y que el equilibrio de estas fuerzas es lo que nos va a brindar un avance sólido en nuestro camino pues somos una mezcla de ambas cosas y ambas se complementan (sobre esto escribiré en mi siguiente entrada). Todo este viaje lleva su tiempo y comienza con la búsqueda del silencio.


El silencio no solo nos conduce a los planos internos, es clave también en el mundo exterior y hay muchos momentos y lugares donde el silencio se convierte en una forma de crecimiento personal. Escuchar a otros puede parecer algo obvio, pero muchas veces tratamos de imponer nuestras ideas por encima de las de los demás. Ser prudentes y saber guardar los secretos que alguien nos confió es igual de importante. Todas estas son prácticas relacionadas con el silencio y el buen uso de la palabra y son parte del trabajo que cada persona debería tener presente todos los días. Las palabras son actos creativos, con ellas estamos atrayendo ideas al mundo de la manifestación, estamos siendo co-creadores así que con ellas tenemos una responsabilidad de la que pocas veces somos conscientes. En resumen, debemos procurar hablar cuando verdaderamente valga la pena.


En el trabajo mágico también es importante el silencio, no en vano los egipcios tenían una versión del dios Horus, en su forma de Harpócrates, representado por un niño con una trenza con los dedos en la boca haciendo la señal de "silencio". Cuando en un ritual hacemos ese signo, estamos enviando un mensaje para mantener a margen todo aquello que no pertenece a nuestro sitio de trabajo y también para enviar a nuestro subconsciente un mensaje para apagar o silenciar todo lo que sea diferente a nuestro trabajo en particular.



"Horus el niño" o Harpócrates".

Como músico aprendí bastante sobre el silencio y entendí que la tragedia del gran Beethoven era una prueba de la más pura forma de magia, en silencio, invocó a sus más grandes creaciones. El silencio hace que se añore cada nota, es una respiración entre dos ideas, es un vacío esperando por ser llenado. Ahora día a día en silencio, cada mañana espero ser llenado con la presencia de mi Ser superior, espero escuchar a la Consciencia Universal y en la noche, en silencio, espero que mis sueños me revelen lo que se esconde bajo el ruido terrenal.


En L.V.X, Vida y Amor


F.V.T





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