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La Disciplina como Sendero.

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"La autodisciplina es cuando tu conciencia te dice que hagas algo y tu no alegas al respecto". W.K.Hope

Cuando estaba en el colegio hace unas cuantas fechas atrás, sentía una aversión profunda por la palabra "disciplina" y todo lo que implicaba. La imposición de tareas, trabajos y normas me hacía cuestionar sobre el destino de lo que me esperaba en el futuro y tan solo imaginarme que no había escapatoria a esas imposiciones externas me aterraba. De cualquier manera, a regañadientes (la verdad todavía no entiendo muy bien cómo) terminé con los requisitos básicos de lo que se esperaba de una persona promedio en los 80´s y 90´s y entre pelea y rebeldía logré forjar las bases de lo que hoy en día soy. Disciplina en esos días quería decir: "Haz lo que te decimos, porque sí" y si bien estas imposiciones provenían de un buen deseo de quienes me educaron (muchas las agradezco), no sentía la diferencia entre la lógica y la necesidad. De cualquier forma mirando hacia atrás, sin darme cuenta, gran parte de las cosas que me hacían hasta el momento feliz, se las debía también a la "disciplina"; cosas como ser guitarrista, como meditar o como ser un lector asiduo. ¿Cuál era entonces la diferencia esencial entre esas dos caras de la misma moneda?


Con el tiempo entendí que la necesidad de disciplinarme, cuando provenía de un llamado de mi voz interior y de un deseo profundo de lograr un objetivo por mi mismo, era más una respuesta motivante que una acción que debiera ejecutarse por el simple hecho de tener que ser hecha y a través de los años me di cuenta que gran parte del trabajo mágico está ligado a este misterio. El desarrollo de la fuerza de voluntad, tan necesaria en el trabajo espiritual (y en cualquier tipo de trabajo), está conectado a la capacidad de ser disciplinados, no porque nos toque, sino porque aprendemos a través de la experiencia como agente transformador y, si la experiencia nos va puliendo, entonces así mismo nos irá liberando de cargas innecesarias. La disciplina está ligada al concepto de poner límites apareciendo con ello una gran paradoja, pues los límites son necesarios para generar la fuerza suficiente para quebrar todo aquello que nos "limita" en nuestro crecimiento. Loco ¿Ah?


Así pues la disciplina es realmente una de las cosas que nos hacen escuchar verdaderamente nuestra voz interna, la voz del alma. Ya lo muestra el sendero de la letra Beth, "La inteligencia de la transparencia", que habla de hacernos transparentes para que la Luz del Creador fluya a través de nosotros sin mancha ni distorsión, hecho representado por este sendero este sendero y el Arcano del del Mago de quien uno de sus atributos principales es la Voluntad. El Mago es el arquetipo de aquel o aquella que se pule a sí mismo enfocando su voluntad hacia la transformación de su personalidad para dominar así los elementos a través del entendimiento que proporciona la experiencia de su propio viaje.


Como decía, primero surge un deseo y luego para lograrlo es necesario disciplinarnos hasta lograr manifestarlo, pero ¿por qué aún sabiendo que nuestra alma desea algo y aún sintiéndolo como una necesidad nos cuesta tanto ser disciplinados? Eso tiene que ver con la inercia y el movimiento. Es necesario generar una cantidad crítica de energía que permita trascender la quietud, para romper los límites de nuestras pieles pasadas, de lo que ya no queremos ser; y ese "esfuerzo" que debe ser hecho es lo que nos mueve. La disciplina nos permite acelerar esos procesos considerablemente y lo que a la larga parece más difícil, termina siendo una de las formas más rápidas de liberarnos.


Ahora, hay que tener en cuenta que la disciplina no es algo que surja de la noche a la mañana. Debe ser cultivada poco a poco y a medida que vamos consiguiendo y acumulando energía podemos emprender empresas más ambiciosas. Todos los cambios en la vida son graduales y no podemos pretender cambiar todo en un instante. La disciplina es algo que se aprende y se cultiva. En esta sociedad que nos ofrece casi todo como una pastilla inmediata (una de las trampas del consumismo y la nueva era), el trabajo constante y decidido es algo que a menudo quiere evitarse, sobre todo en un sendero espiritual pues transformarse requiere de una cantidad inmensa de energía. Aún así, el esfuerzo para realizar esos cambios va disminuyendo al saber aprovechar la energía cada vez mejor. Como estudiante y también como profesor me he dado cuenta que muchos alumnos se frustran por no lograr transformaciones o resultados rápidos obviando la importancia de las prácticas y rutinas cotidianas que son las que nos hacen integrar la información que recibimos y la hacen trascender más allá de ser un mero conocimiento teórico. No te haces campeón olímpico saliendo a correr una vez cada mes. Más vale poco tiempo todos los días que sobrecargarnos un solo día y es a esto lo que me refiero cuando digo que todo es un proceso gradual que no sucede de la noche a la mañana. En las Escuelas de Misterios y en las tradiciones espirituales importantes, se hace mucho énfasis en esto.


Otra de las cartas que nos muestra el significado y el uso práctico de la disciplina es "La Templanza", su mismo nombre nos habla de un proceso necesario en el desarrollo de la personalidad. Templarnos, así como se tiempla una espada a través de fuego, agua y martillo es un proceso por el cual el metal va dejando atrás su impureza mientras toma la forma perfecta y deseada. La experiencia de la vida misma es un proceso que naturalmente nos está llamando a cambiar y como un martillo trata de darnos la forma adecuada. Qué tanto nos demoremos en entenderlo es parte del proceso, pero una vez lo entendemos, la disciplina acelera este proceso y lo hace menos tormentoso.




De aquí, seguramente se derivan las prácticas de abstinencia que consistían en privarse de aspectos cotidianos de la vida. En sus comienzos esto no tenía que ver con asuntos morales o éticos que desafortunadamente con el tiempo fueron corrompiendo la esencia de las prácticas mismas llegando incluso a denigrar gran parte de nuestra humanidad misma. Sin prejuicios, la finalidad de todo esto era y aún sigue siendo, templar la voluntad y generar la cantidad de energía necesaria para tener control sobre nuestros instintos primarios (ojo, estoy diciendo control y no privación) y utilizar esa energía con algún propósito específico. Un proceso parecido al de un deportista que sabe que no puede trasnochar antes de una competencia de alto rendimiento.


Tal vez lo más importante además de la disciplina misma es tener un objetivo claro, porque como se dice popularmente "el que mucho abarca, poco aprieta" y por pequeño que parezca el objetivo, debemos mantenernos firmes. Para esto vuelvo a la carta del Mago y su fuerza mercurial de enfoque. Como una lupa con un rayo de luz, aprende a usar su energía y mantenerla enfocada hasta lograr su objetivo además de, como una antena, aprenderse a sintonizar con su verdadero deseo, el deseo de su Ser superior. Astrológicamente la disciplina podría definirse como el enfoque mercurial con la fuerza aplicada de marte trabajando en conjunto para trascender los límites de saturno.


Después de un buen tiempo he aprendido a ver la disciplina como una de mis grandes amigas y agradezco haberla entendido no como una obligación, sino como un sendero de vida. En las noches oscuras del alma, lo que me ha sacado a flote es mantenerme fiel al dictado de mi voz interna. La paciencia trae recompensas y las recompensas son el fruto del alma manifestadas en nuestro jardín de experiencia personal. En Malkhut, el Reino, sembramos las semillas del Creador alimentadas con la Luz de nuestra experiencia personal. "Creo, luego existo".


En L.V.X, Vida y Amor

F.V.T



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